Decían aborrecer el centro, nos llamaban tibios y ahora todos posan de candidatos alternativos y de cambio, se dicen centro-izquierda unos y centro-derecha otros, lo cierto es que en su gran mayoría han sido políticos tradicionales y han pertenecido a la más rancia clase política clientelar y mafiosa. Durante años nos han demostrado que carecen de principios y cual camaleones se alinean y hacen alianzas con la opción que mayor certeza les ofrece el panorama electoral para cuidar sus intereses y mantenerlos, pues ingenuo el que crea que luchan por el bien común.
Hasta hace relativamente, unas pocas décadas, se empezó a imponer la tendencia política de ofrecer alternativas a la división ideológica entre conservadores y liberales cansados del establecimiento y sus vicios. Es así como nació el Nuevo Liberalismo del inmolado Luis Carlos Galán que pretendió separarse del liberal y tuvo un desenlace fatal. Posteriormente con la promulgación de la Constitución y el principio fundamental a tener una democracia participativa y pluralista, se produjo una especie de prisma con dos bases originarias que se descompuso dando lugar a una proliferación de partidos con múltiples colores, pero que en esencia se identifican con personalismos, es decir, más que a una ideología en particular, siguen a un líder o dirigente, subordinando el interés de un “partido” a aspiraciones personales.
Lo triste es que muchos electores que, con toda razón gracias a pésimos gobiernos, se niegan al continuismo, prefieren tragarse el sapo o los sapos que sean y aceptar de forma “pragmática” una “juntanza” variopinta para sumar votos y así consolidar el supuesto cambio que tanto requiere este país. ¡No señores! Lo único cierto hasta el momento en este ejercicio es que los denominados centro-izquierda o izquierda para ser más exactos, han consolidado unas listas al Congreso cerradas que desconocieron sus propios liderazgos de esa orilla, los cuales finalmente tuvieron que hacer “rancho aparte”, como sucedió con Fuerza Ciudadana al Senado en lo nacional u optar por ubicar sus candidaturas en otras listas de “trampolín” para participar y así evitarse la competencia en lo local. Para la muestra de un botón es la lista de la Alianza Verde, mayoritariamente petrista, pues por lo menos 6 de 13 candidatos, abiertamente apoyan al líder de la Colombia Humana. Así que votar por esa lista es sumar una curul al Pacto y elegir con certeza uno de los candidatos respaldados por el autodenominado ospinismo.
De la centro-derecha no hace falta hacer un sesudo análisis del “Equipo Colombia” y su “experiencia”, pues dichos desgobiernos nos han llevado a profundizar las brechas sociales que necesitamos resolver; por esa razón creo en la Coalición Centro Esperanza que busca un proyecto en común, sin sectarismos ni alianzas clientelares para retomar la senda que requiere este país y sembrar en buena tierra la semilla que de frutos. En el Valle esta vez tenemos la oportunidad de hacerlo #AlDerecho, pues no hay derecho a seguir equivocándonos en elegir un verdadero centro, sobre todo para el Congreso de la República donde radican todos nuestros males. Hoy los invito a elegirme su Representante a la Cámara, al ser la mujer por la opción de centro-centro si como yo, ven las cosas #AlDerecho.