Hoy, desde hace ya 9 años, dicto la clase de Introducción al Derecho y Constitución Política y no termino de asombrarme del desconocimiento de los alumnos al hablar sobre el tema de Derechos Humanos – DDHH, lo cual no es exclusivo de ellos sino de la sociedad en general y no me refiero únicamente a la colombiana sino prácticamente a todos los que habitamos este planeta sin distinción de nacionalidades. Puede ser que la razón sea porque algunos tienen la gran fortuna de tenerlos tan garantizados en sus países de origen que ya los olvidaron y los dan por hecho, o bien el caso contrario, están en territorios donde se vulneran permanentemente que resultan utópicos. Sin embargo, por la razón que sea, no es excusa para desconocer un tema tan relevante y al que le debemos tanto, sobretodo en nuestro contexto nacional donde iniciaremos pronto una Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) con el objeto de investigar, esclarecer, perseguir, juzgar y sancionar las múltiples violaciones en materia de DDHH durante las últimas cinco décadas.

Parece que actualmente es una moda creer que sabemos de un tema, cuando realmente no es así, aun cuando al alcance de la mano están todas las fuentes para profundizar en diversos conocimientos, que deberían ser no de cultura general sino de obligatorio entendimiento para opinar, pero ni la tecnología ni el acceso a la información y el conocimiento han logrado que la gente se interese por algo que es universal como los son los DDHH. No pretendo aquí hablar sobre su origen, ni enumerarlos, ni entrar a debatir sobre ellos.

Lo que me ha llevado a escribir sobre esto, es la necesidad de entender el razonamiento que pueden hacerse algunas personas al ver como una amenaza la implementación de una jurisdicción especial (JEP) para conseguir la terminación de un conflicto armado que se basa en justicia, verdad y reparación. ¿Así de malo suena?

Mi objetivo no es esgrimir las “razones” de los contradictores de la JEP, ni criticar por criticar sin fundamentos a aquellos, sino mostrar lo positivo y el punto de partida de la misma que radica, esencialmente, en la reconstrucción de una sociedad que ha padecido una crisis humanitaria por el flagelo de los DDHH.

Partamos de algo, y es que, no somos el ombligo del mundo, no somos los primeros ni los únicos que hemos tenido que recurrir a una justicia transicional para lograr la paz; segundo, que el éxito depende de los objetivos que se persiguen realmente y tercero, no podemos adelantarnos a decir si triunfamos o fracasamos cuando aún ni siquiera se ha puesto en marcha. Colombia tendrá que cambiar esa actitud pesimista y de fatalismo para poder avanzar, lo cual nos ha hecho carnada de políticos que logran sus intereses particulares a costa de este terror a lo desconocido y al cambio.

La JEP está apenas prendiendo motores y hoy, ya somos testigos de un alto funcionario del gobierno pasado, como lo es Diego Palacio Betancourt, exministro de Protección Social que ha pedido acogerse a ella, lo cual avizora un panorama distinto que no logro la jurisdicción ordinaria, yo diría que este viaje a lo desconocido va por buen rumbo, parece que ahora empezara a encajar todo “al derecho”. Finalmente, la sociedad colombiana necesita conocer la verdad, las victimas justicia y reparación, y sobretodo que seamos tratados dignamente y acabar con la impunidad que nos termina dividiendo. En ese sentido, reitero la importancia de conocer sobre hechos históricos y conceptos fundamentales de nuestra legislación constitucional que acoge y garantiza en su bloque de constitucionalidad la Declaración Universal de Derechos Humanos, documento aceptado a nivel mundial on fuerza de ley adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, y otros convenios y tratados en la materia; por ende  muy atrevido a su vez pensar que la ONU organización internacional, la mayor que existe en defensa de los DDHH y que actúa como verificadora del compromiso de cese al fuego, hostilidades y dejación de armas, pudiese ser partícipe de un fraude que pueda afectar los intereses legítimos de una democracia.

En lo que a mi respecta, debo manifestar mi gratitud a la misión de la ONU en Colombia por establecerse como componente internacional en nuestro proceso de paz garantizando los DDHH, así como también debo agradecer mis derechos, de los cuales hoy gozo, a Ciro el Grande, Mahatma Gandhi, Eleanor Roosevelt, Martin Luther King, Nelson Mandela, entre otros hombres y mujeres valientes que han luchado y aun hoy, siguen luchando para mantenerlos vivos y que podamos gozar de justicia igualitaria, igualdad de oportunidades y dignidad humana sin discriminación. Actualmente, más que nunca, necesitamos de sistemas judiciales que garanticen los derechos humanos adaptándose a los procesos de cambio y transformación social.

Fotografía: cataphotography.com

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