Cali y sus amores imposibles: ¿Hasta cuándo seguiremos atrapados en promesas?

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Vengo del pasado a preguntarles cómo va eso del área metropolitana para ustedes, pues ya ha pasado un año desde que a Cali y sus vecinos se les preguntó sí querían asociarse; y a varios nos tomó por sorpresa ese rotuno NO de la mayoría, pues de 7 sólo 3 dieron el SI. Y es que parece que Cali no es la novia bonita que todos quieren, sino más bien, esa con la que coquetean, pero al final nada de nada, o al menos eso parece. Fue tal el feo que nos hizo Palmira, Candelaria, Dagua y hasta Villa Rica que uno creería que para acá no vuelven a mirar. Y eso sin contar a Yumbo, que se bajó a mitad de camino.

Pero la verdad es que, de todos estos municipios, solos, ninguno puede. Más o menos, algo parecido a los más de 90 precandidatos presidenciales para la contienda del 2026, que se niegan a reconocer que de ahí solo uno puede liderar, aglutinar y resolver los entuertos que ya existen. De hecho, la improbable llegada de alguno(s) solo causaría más y peores entuertos en el futuro.

Pero volviendo a nuestra realidad local, lo cierto es que durante este tiempo ha quedado en evidencia que la mera voluntad política no ha sido suficiente para poner en funcionamiento un esquema asociativo, así como tampoco hemos logrado poner en marcha un proyecto de transporte ferroviario regional. Y en ésta última, sí que quedó en evidencia que a Cali le pintaron pajaritos en el aire, la enamoran y luego, si te vi, no me acuerdo.

En definitiva, o nos avispamos o seguimos atrapados en lisonjeras, pues las grandes apuestas, requieren de acción y alineación de todos los actores. Y cuando me refiero a esto último, debo decir que en las elecciones locales falto contar con toda la ciudadanía, pero sobre todo con las bases, no solamente con lo que llamaríamos los bien pensantes, falto sensibilización y buscarlos para que respaldaran mayoritariamente esa unión que quedo a medias, al final una AMSO sin Yumbo y Palmira es una lástima; y en cuanto al Tren de Cercanías, se les olvido de que los capitalinos aún tienen la batuta y nos descarrilaron el sueño, pues sin respaldo del gobierno nacional y sumado al desinterés o rechazo ciudadano, pocos somos los  dolientes por esa batalla perdida.  Ojalá que, en el siguiente cuatrienio, contemos con un verdadero enamorado del Valle del Cauca y su capital, un amor genuino que la haga florecer.

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