He decidido retomar mis reflexiones sobre el Derecho, las cuales provienen de situaciones personales y profesionales. Es por esa razón, que depende de mí disponibilidad de tiempo cuando puedo compartirlas con ustedes. Así que dada la pausa en que me encuentro, retomando proyectos de hace dos años y diciendo adiós a otros que ya caducaron he decido escribir sobre la ética, transparencia y el buen gobierno.

No se vayan a asustar creyendo que voy hacer un artículo de opinión política, recuerden que ese no es mí interés en este blog. Cuando me refiera al gobierno no lo hago en estricto sentido político, aunque también aplica y más en estos días donde surgen tantos cuestionamientos con las conductas o posturas de los gobernantes, como en España con la tesis doctoral del Jefe de Gobierno Pedro Sánchez Castejón o con los bonos de agua y la defensa del Presidente Iván Duque Márquez al Ministro de Hacienda Carrasquilla en Colombia, sólo por citar los más mediáticos.

Aquí nos referiremos a la importancia que tiene para la industria, el comercio y el mercado internacional que las organizaciones (empresas) e instituciones tanto del sector privado como del público cumplan no sólo con las normas y leyes que las regulan, sino que introduzcan y se apropien de buenas prácticas y códigos internos que garanticen la transparencia y la ética en su gestión, la cual sólo será posible si al interior de las mismas, el gobierno corporativo incentiva el desarrollo de estándares para lograr una mejora continua de su funcionamiento e interrelación con otras empresas público o privadas en su campo de acción que prevengan diferentes riesgos internos o externos.

Es tal el valor agregado que se obtiene al cumplir con éstas, que se traduce en un sistema o una función que va más allá de la asesoría jurídica, denominada compliance. Lamentablemente, cuando no es interiorizado por la organización, se cae erróneamente en creer que el área o departamento legal es suficiente para lograrlo. En ese caso se parte de la premisa que sólo basta cumplir con la legislación como un mantra que lo soluciona todo, cuando la realidad es que las soluciones legales son efectivas cuando ya hay una actuación previa que nos conduce a minimizar el daño o consecuencia jurídica en que ya incurrimos.

Así pues mis queridos lectores, que los ánimo a poner en práctica otra premisa más simple y común como es “prevenir antes que lamentar” si están en una organización; donde puedan implementar una estrategia interna que tenga por objeto la ética, la transparencia y el buen gobierno de la gestión y visión de su industria, la cual les permitirá hacer las cosas “al derecho” y que a su vez contribuya con sentido social a mejorar las conductas de su entorno asociadas a la corrupción. Por cierto, mi mantra es “Nunca recibiré ni daré soborno” y ¿el suyo?

 

*Imagen tomada de internet.

 

 

 

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  1. Interesante el abordaje del buen gobierno desde una visión ética y preventiva con un sentido de responsabilidad social

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