Parece que estamos condenados a vivir o mejor, sobrevivir en medio del caos, la falta de autoridad e institucionalidad. Por un lado, la gente cada vez más desconfía de quienes nos representan, sus liderazgos desdibujados, pues él que se decía era el escogido de la derecha, hoy parece hijo negado y entre tanto, los alternativos parecen no ser fieles a sus ideales pues sus gobiernos están marcados por una clara tendencia nepotista; así la aprobación del desempeño del Presidente por el piso, de tan sólo 27% y ni hablar de la gestión de algunas alcaldías y gobernaciones, claro esta que el Congreso se lleva todos los honores, para los colombianos esta al mismo nivel de las guerrillas, lo cual es inaceptable a todas luces.

Por otro lado, existe un grupo significativo de ciudadanos que sin necesidad de recoger firmas, tiene un objetivo en común y es que de ninguna manera aceptan la ley ni el orden y siguen dispuestos a romper el statu quo a como de lugar, por vías de hecho y acabar con lo poco que se ha construido con gran esfuerzo durante años, de eso para mi pesar es una clara muestra Cali, donde ya se ven sepelios con tiros al aire en plena calle 5° y los robos masivos se volvieron paisaje.

Si bien es cierto y las encuestas demuestran una trazabilidad de las preocupaciones de los Colombianos, hoy en día lo que más afecta a la gente del común es el desempleo y la corrupción según cifras de Invamer a oct/2021, hay una sentida sensibilidad del futuro que nos depara en materia económica y de bienestar; en general la ausencia de oportunidades para las grandes mayorías de nuestro país con la cual hemos ganado el deshonroso segundo puesto en desigualdad en América Latina y el primero de la OCDE, que ha profundizado no sólo las brechas sociales sino la desunión entre compatriotas y ha fracturado la posibilidad de construir un proyecto común sin radicalismos de ninguna clase.

A pesar de ello, la vicepresidenta y canciller Colombiana aseguró con orgullo que el crecimiento económico de Colombia podría ser de los más altos del mundo pues es la quinta economía con mayor tasa de crecimiento según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico después de la pandemia, dicha afirmación es una prueba irrefutable de que algo no anda bien en las mediciones y lo único cierto es que somos una sociedad inequitativa donde los ricos son cada vez más ricos, la clase media ahora esta empobrecida y los pobres cada vez son más vulnerables y no hay quien los proteja.

Así que, si como yo ves “las cosas al derecho”, aquí no nos queda más que la Esperanza de lograr un gran acuerdo en el 2022 que reduzca a niveles mínimos las tensiones y problemas sociales para conjurar las desigualdades y nuestro país pueda crecer como se lo merece, un gran acuerdo que cuente con los empresarios, la academia y la sociedad civil para exorcizar los males que hoy nos trasnochan y dejen de contarnos cuentos y declarar “pueblos mágicos” a municipios inaccesibles por vías secundarias o terciarias como premios de consolación, los cuales sólo son visitados cada cuaresma en helicóptero por su gobernadora como sucede con Sevilla, el llamado balcón del Valle del Cauca, que mejor le iría siendo del Quindío según sus habitantes, pues parece que en muchos rincones de Colombia no hay dios, ni ley.

Y si, Colombia es un país de encanto que nos rodea con su majestuosidad y biodiversidad, tanto que estamos por estrenar la última película de Disney inspirada en ésta tierra mágica que sería otra si por una sola vez, se le diera valor a la gente y se logrará una verdadera transformación.

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1 comment
  1. Exactamente!
    No obstante esta apatía ciudadana debe ser transformada por una gestión que fortalezca la sociedad civil.

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